Ha pasado mucho tiempo, pero la figura de Marcelino sigue siendo muy recordada y respetada en Gijón. Sirva como muestra un amplio artículo publicado en ‘El Comercio’ el 7 de mayo por Manuel Rosety, bajo el título ‘El primer paso de Marcelino’.
El preparador de Careñes pasó por el Real Sporting como jugador y entrenador. Dotado de buena técnica, creció futbolísticamente en Mareo y fue internacional con las categorías formativas de la selección española (llegó a ser subcampeón mundial Sub-20, en 1985). Con 20 años debutó en el primer equipo del Sporting de la mano de Novoa.
Retirado prematuramente, no tardó en redirigir su camino profesional hacia los banquillos. En esas se cruzó de nuevo el club de su vida. Volvió a la entidad –tras un ascenso a Segunda B con el CD Lealtad- y, tras dirigir al Sporting B, se hizo cargo del primer equipo en el verano de 2003 (avalado por ‘Tati’ Valdés).
Una temporada impensable
“No había motivos para pensar en altos objetivos. La permanencia bastaba. Sin embargo, el Sporting de Marcelino empezó a dar buenas sensaciones”, evoca Rosety en el texto. “Aquel Sporting de Marcelino, con más limitaciones que las actuales, daba gusto verlo jugar”. El desarrollo de aquella campaña 2003/04 dejó al club al borde de un ascenso a Primera impensable meses atrás.
“Su fuerte carácter y su total implicación en el plano profesional tienen una exigencia que a veces supera incluso a sus propios auxiliares. En cambio, fuera del campo de trabajo es una malva”, describe Rosety en referencia a un entrenador que ya lleva 773 encuentros desde el banquillo. Y los que todavía están por venir.